lunes, 11 de abril de 2011

De vagabundo a uno de los hombres mas ricos del mundo

John Paul DeJoriaHay gente que nace con estrella y gente que nace estrellada… y entre medias, existe un pequeño grupo de privilegiados capaces de cambiar su destino, por muy negro que pareciera en un principio. La última lista de la revista Forbes ha demostrado que el sueño americano es más que una expresión y tiene nombre y apellidos: John Paul DeJoria, de vagabundo a uno de los 1.000 hombres más ricos del mundo.

Con una fortuna estimada en 2.500 millones de dólares, DeJoria ha entrado por primera vez en The World´s Billionaires, que este año tiene la peculiaridad de que aparecen los mismos perros pero con distintos collares… es decir, los hombres de siempre pero con la mitad del patrimonio que en ocasiones anteriores como consecuencia de los estragos que ha provocado la crisis financiera en sus carteras. En su ficha puede leerse “Fortune: self made”, y nunca una descripción tuvo tanto significado.

La historia de DeJoria pasaría por ser un guión de Hollywood. La vida de un niño que con tan sólo 9 años tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a su madre. No tenían que llevarse apenas a la boca después de que sus padres se divorciaran cuando él tan sólo tenía dos años  y, junto a su hermano mayor, trataba de sacarse algunos dólares vendiendo periódicos y tarjetas de navidad. Pero pronto la situación fue insostenible y su madre tuvo que abandonarlos en una casa de acogida con la esperanza de que el Estado pudiera hacerse cargo de sus necesidades mejor que ella.

Pronto DeJoria comenzó a conformarse con su destino. Jamás llegaría a nada y como tantos adolescentes se rebeló contra toda regla establecida. Sin pilares sólidos, fruto de un claro ejemplo de familia desestructurada, comenzó a coquetear con las bandas callejeras de Los Ángeles hasta que ingresó definitivamente en una de ellas. Así pasaron los años hasta que un día cualquiera en el instituto se dio cuenta de que no era eso lo que quería.

Fue uno de sus profesores el que le hizo cambiar su percepción de la vida. Según ha contado DeJoria en múltiples entrevistas las palabras “nunca jamás tendrás éxito en nada de tu vida” marcaron un antes y un después para este empresario del mundo de la peluquería y de las bebidas alcohólicas.

Uno de los hombres más reconocidos en EEUU

A sus 65 años de edad, es propietario de John Paul Mitchell Systems, de Patron Spirits Company, Patron Tequila, Solar Utility, Diamond Audio y otras tantas compañías que ha ido fundando o comprando a lo largo de su vida y que le reportan grandes beneficios. Pero no todo fueron días de vino y rosas. Tras graduarse en el instituto ingresó en la Marina de Estados Unidos, cuando se licenció quiso estudiar odontología, sin embargo, el alto coste de las universidades norteamericanas lo hizo inviable.

Un más que breve matrimonio le dejó sólo y con un hijo que sacar adelante. Vendió enciclopedias, seguros de vida, reparó bicicletas… No era suficiente y, demasiado orgulloso como para pedir ayuda, acabó viviendo en la calle, dentro de un coche, en más de una ocasión. Para conseguir subsistir recolectaba botellas y latas que cambiaba por patatas, arroz o latas de sopa en la tienda de ultramarinos.

Su gran oportunidad llegó cuando los laboratorios Redken, la mayor compañía de productos de peluquería de Estados Unidos del momento, se cruzó en su camino. Entró cobrando 650 dólares al mes pero eso le permitió dar el siguiente paso en la senda del éxito. Con un crédito de $700 se asoció con un amigo, Paul Mitchell, para poner en marcha un prometedor negocio de lociones para el pelo y métodos revolucionarios de estilismo. Durante el primer año de vida, no era más que un buzón postal en la oficina de correos donde recibían los encargos, mientras DeJoria y Mitchell iban, literalmente, puerta por puerta de los salones de todo el país. Su fórmula de venta fue la clave de la victoria. El ‘si no queda satisfecho le devolvemos su dinero’ en aquella época no se estilaba entre los comerciantes, pero ellos consiguieron que gracias a esa filosofía les dieran la oportunidad de probar sus productos y las peluquerías a las que acudían quedaban más que convencidas.

A fecha de hoy, John Paul Mitchell Systems es un imperio que todavía funciona con la esencia de aquellos días: hacer más con menos. No en vano, la compañía cuenta con tres veces menos el número de empleados que una firma de su categoría debería tener, sin embargo, el secreto radica en el rendimiento. JPMS paga muy por encima de otras empresas del sector y los beneficios extra que obtienen sus trabajadores se han convertido en un vínculo de lealtad hacia la compañía y, en consecuencia, de eficiencia. En los más de veinte años que lleva funcionando, el número de personas que han dejado de trabajar para ellos por propia voluntad es apenas un puñado.

Casado, con cuatro hijos y seis nietos, la vida de John Paul Dejoria es un claro ejemplo de dedicación hacia los demás. Sus obras de caridad son de sobra conocidas y vive volcado en aportar su granito de arena para conseguir un mundo  mejor. Colabora en la lucha contra el cáncer, autismo, diabetes, leucemia, esclerosis múltiple… en la batalla contra el cambio climático, en fundaciones de ayuda a la infancia, en organizaciones ecologistas o el la supervivencia de las reservas indias de Estados Unidos, entre otras muchas actividades. Ha participado vivamente en la limpieza de minas antipersona en zonas de conflicto junto a Nelson Mandela, Brad Pitt, Richard Branson o la reina Noor y hasta ha llegado a ponerse de escudo entre un grupo de cazadores y una manada de focas en Canadá.

Visto en: Cotizalia

miércoles, 6 de abril de 2011

Iniciativa, Efectividad, Resultados

EscaleraJesús trabajaba en una empresa desde hacían 5 años, nunca había sido amonestado, y cumplía su trabajo con normalidad. Cierto día, entró a la oficina del Gerente para hacerle un reclamo:

- Señor: trabajo en la empresa desde hace 5 años, pero siento que no he sido tomado en cuenta para las promociones y ascensos. Mi compañero Ramón ingresó hace sólo 1 año y ya ha sido promovido a Supervisor.

El Gerente, con cierta preocupación, le dijo:

- Jesús, antes de responderte a tu pregunta, quisiera que me ayudes a resolver un pequeño problema: quiero dar fruta en el almuerzo. En calle hay un camión que vende frutas, y que se para siempre al frente. Averigua si tienen frutas frescas.

Jesús se esmeró en cumplir la tarea, y a los 5 minutos estaba de regreso.

- Señor: tienen naranjas para la venta.

- Y ¿cuánto cuestan?

- Disculpe. No pregunté.

- No importa. ¿Vistes si había suficientes naranjas para darles a todos acá en la oficina?

- No me di cuenta. Y tampoco pregunté.

- ¿Hay alguna otra fruta, por si hay personas que no comen naranja?

- No lo sé, señor. Pero creo que…

- Siéntate un momento, Jesús.

El Gerente tomó el intercomunicador y le encargó a Ramón, el compañero de Jesús, la misma tarea. A los 10 minutos llegó Ramón.

- Bien Ramón, ¿Qué noticia me traes?

- Señor, en este momento están vendiendo naranjas, las suficientes para atender a todo el personal, pero si prefiere, en media hora van a buscar melones y mangos. Aquí tiene la lista de los precios de cada fruta, y me dicen que si compramos en grandes cantidades, nos darán un buen descuento. Dejé apartadas las naranjas, pero si usted escoge otra fruta, debo regresar para rectificar el pedido.

- Muchas gracias, Ramón.

Entonces se dirigió a Jesús, que aún seguía allí, y le dijo:

- Disculpa Jesús, ¿En qué estábamos?

- En nada señor. Con su permiso…

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