Uno de los peores hábitos que puede desarrollar una persona es el de perder el tiempo. Esto es así, pues la vida es tiempo, y perder el tiempo significa perder vida.
La vida es un proceso complejo y precioso que en medio de sus altas y bajas nos ofrece la oportunidad de aprender y vivir múltiples y enriquecedoras experiencias. Todas esas experiencias, transcurren en lapsos de tiempo, es decir, ese espacio que no permite medir que mide los cambios de estado, es decir, un antes y un después.
A pesar de de manera recurrente se nos advierte que “el tiempo es oro”, que es un recurso no renovable y que todos a su tiempo envejeceremos y moriremos, tendemos a asignarle un valor inferior al que se merece.
Quizás se nos dificulta comprender que todo cambia y que cada momento es precioso pues se va y no hay posibilidad alguna de recuperarlo. Los niños no tienen clara consciencia del tiempo, y desean jugar por horas de manera indefinida. Los adolescentes se creen inmortales y gastan horas y horas en actividades que para muchos serían triviales. Los adultos se ocupan de mil cosas sin determinar claras prioridades, y los ancianos, quienes sí valoran el tiempo, viven con la ansiedad de que les queda poco.
En el libro “Maneje su tiempo”, B. Eugene Griessman afirma que toda porción de tiempo es altamente valiosa, y no únicamente las que se dedican a estudiar o a trabajar. Dice, además, que si nos roban algún objeto, podemos llamar a la policía y denunciar el robo, pero cuando nos roban el tiempo ni siquiera lo notamos, pese a que lo material es recuperable y el tiempo no.
El hábito de perder el tiempo es frecuente y resulta muy costoso a la larga. Suele aparecer en la infancia cuando muchos padres les enseñan a distraerse durante horas para quitárselos de encima y tener algo de vida propia. Alentar actividades sin meta clara, como: “Anda a ver televisión”, ” vete a jugar”,”quítate de aquí”, etc. no ayudan a los niños a valorar el tiempo.
Opuesto aunque también común es la rigidez, que resta libertad y felicidad al niño. Se debe lograr un balance que permita el aprovechamiento y valoración de los minutos, pues esta base educativa regirá las decisiones y por tanto el éxito o el fracaso de la vida adulta. La definición de prioridades y el manejo de tiempo energía, dinero y relaciones, definen nuestros destinos.
Perdemos el tiempo en mil actividades al día, burocratizadas, ritualizadas o repetidas. Y si acaso se nos ocurre valorar el tiempo, y preguntarle a quien nos pide una cita personal el motivo de su solicitud, debemos prepararnos para la indiferencia o el reclamo. ¿Qué podemos hacer para reducir al máximo la pérdida de tiempo y poder en cambio obtener resultados satisfactorios, frecuentes y abundantes?
Lo primero es realizar un mapa de uso del tiempo para saber en qué lo invertimos. Un mecanismo clave es calcular el valor económico de nuestras horas, pues así sabrá que cada hora perdida podría indicar la potencial pérdida de ingresos. Divida su ingreso mensual entre el número de horas que trabaja cada mes, y tendrá el dato requerido.
Planificar es una de las formas más efectivas de ahorrar tiempo. Asigne un tiempo a cada actividad y respete ese plan. Se sorprenderá de la sensación de control que esto le dará. Piense en lo que desea lograr, los recursos que necesita, los posibles obstáculos con que encontrará, así como sus soluciones más viables y notará que todo se facilita y se hace en la mitad del tiempo. Y priorice, definiendo lo más urgente y lo más importante.
Haga primero esas actividades y deje las menos productivas o urgentes para el final del día. Si va a reunirse con alguien, decida cuánto tiempo durará esa entrevista. No permita que otros manejes sus horas ni le hagan la agenda. Diga “no puedo”. Si no respeta usted su tiempo, no espere que otro lo haga.
Analice y descubra cómo malbarata el tiempo, y huya de los ladrones del tiempo que se aparecen sin aviso y no tiene hora de despedida. Y no diga que “no tiene tiempo”. Esa es una forma de decirle a la mente que usted no tiene control y que no ha elegido mejorar.
Finalmente, céntrese en el día de hoy. Si aprovecha cada día sus metas se lograrán y no se verá atrapado en preocupaciones ni pérdidas de tiempo que a final de la vida le llevarán a experimentar culpa.
Dr. Renny Yagosesky
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